Quien dice tu hijo, dice tu marido, tu mujer o tú mismo.
Son cuatro frases con las que automáticamente te das cuenta de que esa persona sigue siendo un crio.
Todo viene porque hoy he hecho una sesión individual con una adolescente.
(¡Sí, son las últimas! Yo soy persona de palabra. Estoy haciendo aquellas que me había comprometido y se acabó. Nadie podrá contratarme de manera individual).
Estoy a fuego con las familias que han decidido ser Estelares y hasta marzo no vuelvo a abrir plazas.
Lo dicho, estaba en sesión con una adolescente cuando le he preguntado por mi libro, se lo estaba leyendo y quería saber cómo lo llevaba.
Ella – No he tenido tiempo para leerlo.
…
Yo – ¿Estás viva?
Ella – Sí.
Yo – Entonces no es cuestión de tiempo.
Ella – Ya, pero no he podido.
Yo – ¿Cagas?
Ella – Sí.
Yo – Entonces poder, podías aunque fuera mientras cagas.
Ella – Ya pero tenía que hacer otras cosas.
Yo – ¿Quién te obligaba a hacerlas?
Ella – Nadie.
Yo – Entonces, no tenías que hacer nada, ¿cierto?
Ella – … Ya pero, es que se me ha olvidado.
Yo – Si empieza por «es que…» ¿Es…?
Ella – Una excusa.
Yo – Vale, ¿Por qué no has leído el libro?
Ella – Porque no he querido.
Yo – Por fin lo has entendido.
En esta conversación de 5 minutos han aparecido las cuatro maravillosas perlas que te demuestran si tu hijo está de camino a ser un adulto o sigue siendo un niño.
No me extrañaría que te recordase a varias personas de tu entorno.
Darse cuenta de que sigue siendo un niño es el primer paso para ayudarle a convertirse en adulto.
El problema es que muchas veces somos nosotros los que seguimos siendo niños irresponsables intentando criar a otros.
Nunca conseguirás educar a tu hijo si tú no eres adulto primero.
Tú – ¡Yo ya soy mayor!
Yo – Te recuerdo que la adolescencia no la cura la edad.
Si quieres ayudar a que tu hijo sea más responsable aquí: