No he podido contenerme.
Bueno quizás no es que no haya podido, es que no he querido.
Hoy en clase un chaval de 12 años le ha llamado a otro maricón.
Me hubiera dado igual que lo llamara calabaza, gamba o botella.
Lo que era obvio era su intención de hacerle daño.
Podrías pensar que este adolescente es una bala perdida, un macarra come pipas con una familia desestructurada que sus padres pasan de él, pero por la reacción de la profesora que lo ha presenciado te garantizo que no.
– Vicent, me sorprende que haya sido él, si Marcos saca dieces y siempre se porta bien.
A ver, cómo te lo explico.
Que tu hijo saque buenas notas no lo libra de comportarse como un gilipoyas.
Sacar buenas notas, no molestar, solo es signo de estar adaptado a una sociedad profundamente enferma pero no por ello tiene más empatía y sentido común.
Por supuesto, en cuanto lo ha dicho me he dirigido hacia él, no solo por él o por el chaval que ha recibido el insulto sino porque la reacción de la autoridad en ese momento es ejemplo para todos los presentes.
– Tú. Si tú. Ya que tú te permites juzgar la vida de los demás sin su permiso me voy a permitir decirte lo que veo en ti sin el tuyo:
Cuando alguien insulta a otro no es mala persona, tan solo está pagando con los demás la frustración que lleva dentro.
Estoy seguro de que no te sientes valorado, estoy seguro de estás roto por dentro, tanto que no te soportas a ti mismo y para poder lidiar con lo que llevas dentro lo pagas con los que te rodean.
Lo entiendo, no me gustaría estar dentro de tu cabeza. Si así le hablas a los demás no quiero pensar cómo te hablas a ti mismo.
Sé que te consideras un mierda, sé que te consideras que no eres suficiente, que no eres lo bastante hombre, que no estás a la altura, que eres un fraude y una decepción para tus padres, pero permíteme que te diga algo…
NO LO ERES.
Eres una maravillosa persona, con un gran corazón, eres valioso y has venido a esta vida para hacer grandes cosas. Tienes la capacidad de conseguir TODO lo que te propongas, eres suficiente y te amo y te amaré siempre, da igual lo que hagas yo SIEMPRE confiaré en ti, siempre.
…
…
…
…
Tenías que ver su cara.
A punto de llorar, no por la parte negativa, sino porque hacía mucho que no le habían dado el amor necesitaba. Yo diría que le habían hablado así.
Tenías que ve la cara del resto, se respiraba el silencio, el respeto, la empatía y la compasión.
Tenías que ver la cara de la profesora…
Ahí está la clave,
En aprender a amar a tu hijo incluso cuando no se lo merezca, en aprender a amar sin límites y a poner límites desde el amor.
Parece contradictorio pero no lo es.
Si quieres aprender a hacerlo, te espero en el Espectáculo Formativo de Familias Estelares.
Espectáculo Formativo de Familias Estelares.
Por mucho más,
Vicent.
Pd. Quizás pienses que tú hijo no es capaz de hacer algo así, pero te pregunto, ¿Qué ejemplo de amor propio eres para él? Piénsalo